A todos comunicamos que este año en los meses que van desde Junio a Octubre, meses que se apareció la Santa Virgen en Fátima, se instaurará la Comunión Reparadora los Primeros Sábados de estos meses.
Estas misas no sustituirán las habituales celebradas en Honor a Ntra. Señora los días 13 de cada mes.
El motivo de estas instauración es que la Santísima Virgen nos ofreció, a través de la Hermana Lucía, una promesa de inestimable valor:
“Yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias
para la salvación de esas almas” .
Para recibir esta asistencia, basta con que realicemos la comunión reparadora de los primeros sábados durante cinco meses seguidos, además de confesarse, rezar un Rosario y hacer quince minutos de meditación sobre los Misterios del mismo. Esa comunión debe ser ofrecida en desagravio a la Santísima Virgen y a su Divino Hijo por los pecados y ofensas cometidos contra Ellos.
Tal como nos anunció durante la tercera aparición, el 13 de julio, en la que la Madre de Dios había prometido:
'Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados.'
El 10 de diciembre de 1925, según relata la Hermana Lucía (hablando de sí misma en tercera persona):
“Se le apareció la Santísima Virgen y, al lado, sobre una nube luminosa, el Niño Jesús. La Santísima Virgen, poniéndole la mano en el hombro, le mostró un Corazón que tenía en su otra mano, cercado de espinas. Al mismo tiempo, dijo el Niño:
‘Ten pena del Corazón de tu Santísima Madre, que está rodeado por las espinas que los hombres ingratos constantemente le clavan, sin que nadie haga un acto de reparación para quitárselas'.
‘Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos, a cada momento, me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, haz algo por consolarme, y di que a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el rosario y me hicieren quince minutos de compañía, meditando en los quince misterios del Rosario, a fin de desagraviarme, prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de estas almas».
El día 15 de febrero de 1926, se le apareció de nuevo el Niño Jesús y le preguntó si ya había difundido la devoción a su Santísima Madre.”
Ella le dijo que la Madre Superiora estaba dispuesta a propagarla, pero que el confesor le había dicho que esta última, sola, nada podía.
“Jesús respondió:
‘Es verdad que tu Superiora sola nada puede, pero con mi gracia lo puede todo'.
Manifestó la dificultad que algunas personas tenían de confesarse el sábado, y pidió para ser válida la confesión dentro de los ocho días. Jesús respondió: Sí, puede ser, y hasta muchos [días] más aún, con tal de que cuando me reciban, estén en estado de gracia y tengan la intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María».
Ella preguntó: ¡Jesús mío!, ¿y las que se olviden de poner esa intención? Jesús respondió: Pueden ponerla en la siguiente confesión, aprovechando la primera ocasión que tengan de confesarse.
Cuatro años después, en la madrugada del 29 al 30 de mayo de 1930, Nuestro Señor le reveló interiormente a la Hermana Lucía otro pormenor respecto a las comuniones reparadoras de los cinco primeros sábados:
“‘Y quien no pudiere cumplir todas las condiciones en el sábado, ¿no las satisfará con los domingos?'.
Jesús respondió:‘Será igualmente aceptada la práctica de esta devoción en el domingo siguiente al primer sábado, cuando mis sacerdotes, por justos motivos, así lo concedieran a las almas".